viernes, 1 de diciembre de 2017

Cartas. Eduardo Galeano e Isabel Allende.



Cartas. Eduardo Galeano e Isabel Allende.

Había una vez un viejo solitario que pasaba gran parte del día en la cama.

Se rumoreaba que tenía un tesoro escondido en su casa y un día unos ladrones se metieron a buscarlo. Escarbaron por todos lados y por último encontraron un baúl en el sotano. Se lo llevaron y al abrirlo descubrieron que estaba lleno de cartas.

Eran todas las cartas de amor que había recibido el anciano durante su larga vida. Los ladrones iban a quemarlas, pero lo conversarion y decidieron devolverlas a su dueño. Una por una. Una por semana.

Desde entonces, cada lunes al mediodía, se puede ver al anciano esperando al cartero. Al verlo aparecer, corre a recibirlo, mientras el cartero, que está al tanto del asunto, agita la carta en la mano. Y entonces hasta San Pedro puede oír los latidos de ese corazón, loco de alegría al recibir el mensaje de una mujer.

Eduardo Galeano
El libro de los Abrazos


¿No es ésta la esencia juguetona de la literatura? Un acontecimiento vulgar transformado por la verdad poética. Esos ladrones son como los escritores, toman algo común, en este caso las cartas, y mediante un truco de magia lo transforman en algo completamente fresco.

En el cuento de Galeano las cartas existían y eran del viejo en primer lugar, pero yacían olvidadas en un sótano oscuro, estaban muertas. Mediante el simple hecho de mandarlas por correo una por una, una cada semana, los buenos ladrones resucitaron las ilusiones de aquel pobre hombre. En eso consiste a menudo la escritura, encontrar tesoros ocultos, dar brillo a los hechos gastados y revitalizar el alma desesperada mediante el soplo de la imaginación.

Isabel Allende
El oficio de contar
La imagen de esta entrada es un boceto de Gauguin sobre el cuadro que estaba pintando en ese momento su amigo Van Gogh. Éste último se lo envia en una carta a su hermano Theo.

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